A propósito del bicentenario (o el día del pastelito)



Ayer, Laura Ojeda, me entrevistó por radio, interesada en el tema amoroso de Mariquita Sánchez de Thompson.Personaje interesante, es verdad, por el coraje con que condujo su existencia.



Pero lo suculento, lo verdaderamente interesante de la cuestión, fue que ella abrió su programa con una reflexión sobre la postura que los argentinos estamos tomando frente al bicentenario. Según parece, somos incapaces de despegarnos del aquí y del ahora, y, celebrar su significación histórica.



En una entrevista, anterior a la mía, se habló de los festejos de 1910, sin mencionar, que más allá del oropel, esa celebración no fue homogénea, como tampoco lo será esta, ni la de los 300, ni de los 400 años.



Los argentinos de entonces, se enfrentaron a la conmemoración parados exactamente sobre sus realidades.



Un sector de la población festejó el ruido, la llegada de los visitantes del exterior, la publicidad política. Y otro, el sector obrero, protestó por la enorme crisis que venía sufriendo. Sus manifestaciones fueron reprimidas, se cerraron los diarios socialistas y anarquistas. Pagaron con sangre, cárcel y deportaciones, pretender que el mundo conociera la “Ley de Residencia de 1902”, entre otras injusticias.



Así, que luego de hablar sobre los amores y desencuentros, creí oportuno, comentar este tópico. Para que no nos creamos que el pensamiento y las acciones deben ser monolíticos, ni para un lado, ni para el otro.



Es imposible creer que la ciudadanía, pueda enfrentarse a un hecho político, tan trascendental como la Revolución de Mayo, el primer paso hacia nuestra emancipación, libre de ideología.



Basta de ingenuidades, ¿En que se basa la suposición de un festejo nacional, independiente de las determinaciones económicas que afectan a cada ciudadano?



¿Será el mismo bicentenario, el que encuentre al argentino del privilegio, ese que va a aprovechar el fin de semana largo para hacer turismo por algunos de nuestros hermosos paisajes, que para aquél otro que no sabrá con que tapar el hambre de sus hijos?



El señor que encuadra en ese 30% que mamó y mama del injusto reparto del PBI,(que tiene la veleta fija), mientras disfruta de una trucha, recordará al Belgrano que se despojó de todos sus bienes, a favor de la lucha independentista?



¿Celebrará al San Martín que confiscó las joyas de las damas mendocinas, para auxiliar al ejército emancipador a cruzar los Andes?Y si llueve y hace frío, los miles de argentinos que viven a la intemperie, sobre los dinteles de la Biblioteca del Congreso, bajo las recovas a metros de la Casa Rosada, en los parques y plazas, tendrán la posibilidad de meditar sobre la prédica Morenista?



Podrán los jubilados asistir a un acto y descansar sus años frente a un cafecito, como ha sido nuestra tradición desde que tenemos memoria, o estarán contando sus paupérrimos haberes, con los mal comen y mal viven.



Nuestros pueblos indígenas, arrinconados, hambreados, enfermos, olvidados, desesperados por lo que se permite hacer con el medio ambiente del cual depende su subsistencia; ¿Sentirán el 25 como el porteño medio?



Es más… ¿los argentinos, conocemos el pensamiento de aquellos héroes? Sabemos exactamente que se conmemora? Porque estoy harta de oír que es el bicentenario de nuestra independencia…



¡Dios!



Igual a los cartelitos que se pegan en las panaderías, diciendo que el 25 de mayo es el día el pastelito…Los hechos del pasado se recuerdan por la permanencia de sus efectos. Belgrano, Castelli, San Martín, Bolivar, Sucre, lucharon por nuestra libertad.Seamos libres, entonces, a la hora de recordar y de tomar conciencia.



¡Vivan aquellos hombres de hace 200 años, que dejaron comodidades y vanidades a un lado!



!Hagámonos cargo de su legado de soberanía!




© Ana di Cesare